Claramente las protestas deben ser disruptivas, la
protesta para poder generar cambio social desde su génesis debe incomodar,
sobre todo porque responde a un descontento social cuyo origen casi siempre
tienen entre sus componentes la incapacidad de tender canales de dialogo
efectivos con el gobierno, pero una vez causada la ruptura que se buscaba, es
necesario implementar canales de dialogo o servirse de los ya dispuestos y mas
importante aún, es necesario y urgente traducir el descontento social en
propuestas o demandas coherentes con la realidad social y el sistema contra el
que se protesta; en esto, el paro en Colombia ha sido ineficaz. La reforma
tributaria se cayó, la reforma a la salud también se hundió y en el marco del
paro se ha hecho mas que evidente que es necesaria una reforma urgente a la
Policía, esos son logros que no se le deben atribuir a nadie más sino al pueblo
en su descontento, sin embargo, más allá de estos puntos básicos, evidentes
para todos, desde las marchas no ha surgido una demanda clara que sea lógica y
coherente, las que se han hecho hasta ahora (matricula cero para estratos 1, 2
y 3, ingreso básico universal) son en extremo costosas y no es posible
sostenerlas en el tiempo considerando el panorama económico del país.
Cuando un fenómeno de estallido social como el que
esta viviendo Colombia no logra traducir el descontento en procesos de dialogo
y concertación, se cae en el riesgo de dos escenarios muy poco convenientes
para nuestro país, se desgasta el movimiento social sin lograr un cambio
perenne y acorde al descontento que lo generó o se degenera en una espiral de
violencia azuzada por la pobreza generada por la pandemia, los bloqueos y el
panorama económico que el país enfrenta, es este ultimo escenario en el que
nuestro país ya tiene un camino recorrido, ya sabemos muy bien que los mártires
por causas no le sirven a nadie, que los muertos no nos llevan a construir y
que la violencia nunca logra un cambio real y positivo para los ciudadanos de a
pie que son quienes mas urgente necesitan que esta situación sea resuelta con
propuestas acordes a su realidad.
Colombianos, es hora de dialogar, es hora de que las
manifestaciones trasciendan la violencia por la violencia y comiencen a
proponer un cambio, es hora de que dejemos de señalarnos como vándalos o
asesinos y comencemos a construir como país, lo que digo no es un llamado a
ignorar las razones del descontento, es SI un llamado a des escalar la
violencia y comenzar a construir, si
bien es cierto que el paro es un derecho, los bloqueos largos en el tiempo
resultan nefastos para la economía, no podemos dejar que la cura resulte peor
que la enfermedad, después del golpe demoledor que la pandemia le dio a nuestra
economía, no podemos hacer un knock out con bloqueos indefinidos que no se
traducen en posturas de concertación y ánimo de construcción ni podemos
entregarnos a propuestas delirantes e imposibles como desfinanciar a la policía
o desestabilizar al Gobierno en un momento crítico para nuestro país, hay
elecciones a la vuelta de la esquina, dejemos que sea la democracia la que
hable, demandemos con el voto, des escalemos la violencia y comencemos a
construir sobre las enseñanzas que el paro nos ha dejado.



