
El 2020 ha sido un año traumático por muchas razones, además del COVID, el año había comenzado con una serie de marchas que vieron su inicio en el 2019 generadas por el descontento social y la indignación, la marcha ha sido y será siempre una herramienta útil para hacer demandas efectivas a los gobiernos, nuestro país no es la excepción frente a este hecho innegable, pero pescar en rio revuelto es fácil, y eso precisamente es lo que han hecho muchos políticos frente a las marchas que se han dado en nuestra ciudad, tras el homicidio del señor Javier Ordoñez a manos de dos policías que claramente abusaron de su poder, faltando a su juramento de proteger a la ciudadanía y salvaguardar a nuestra constitución, a sangre fría asesinaron a un ciudadano, este hecho merece todo nuestro repudio e indignación, pero luego de la rabia, luego del repudio, aquellas personas que se encuentran en cargos de elección popular o que ostentan un liderazgo entre la ciudadanía, deben ser responsables con sus declaraciones, deben saber traducir la indignación y las demandas populares nacidas de la rabia, en propuestas claras, lógicas, bien articuladas, es en este último aparte en lo que muchos líderes han fallado y sus equivocaciones le han costado al país la legitimidad de las marchas y han significado un fuerte golpe al mobiliario y equipamiento público destinado al transporte y al bienestar de la ciudadanía.
Entregarse a la rabia es fácil, y un CAI en llamas es atractivo en los sueños más delirantes nacidos de la rabia y la indignación popular, pero los CAI en llamas, la infraestructura pública destruida y los negocios de otros ciudadanos saqueados no se traducen en propuestas, no construyen democracia ni fortalecen nuestro ejercicio de ciudadanía, sin propuestas claras, la destrucción es solo eso, vandalismo vacío y sin sentido, creer que se puede construir sobre la polarización, la violencia y la destrucción sin sentido es ingenuo, sin contar con que al final del cuento, quienes terminan pagando los platos rotos de estas manifestaciones de rabia popular, son aquellos pequeños y medianos empresarios que con mucho esfuerzo han tratado de construir un patrimonio y que en unos pocos minutos, bajo la excusa de la indignación popular, su patrimonio se ve afectado por unos cuantos que no representan a la mayoría de los ciudadanos.
Claramente el Estado Colombiano debió tener mayor celeridad para pedir perdón por el homicidio del señor Ordoñez y por supuesto que deben haber investigaciones y sanciones como efectivamente ha venido pasando, no solo en este caso, sino también en muchos más a lo largo y ancho de la geografía nacional, pero entregarse a la destrucción y la rabia es simplista, nos hace más daño que bien, entregarse a propuestas facilistas y poco lógicas es atractivo pero hay que ser realistas, desmontar al ESMAD, peor aún, pensar en desmantelar a la policía, es una idea sin pies ni cabeza que desconoce que tanto el escuadrón ESMAD como la policía en general, son los llamados a salvaguardar nuestra integridad y seguridad en muchos otros escenarios que van más allá de la protesta social, el ESMAD está llamado a reaccionar también a motines en centros penitenciarios, ha sido el llamado a reaccionar y desarticular la violencia en los estadios, como cuerpo de reacción inmediata ha sido efectivo y en Medellín somos testigos de cómo además de usar el ESMAD, si lo acompañamos con estrategias pedagógicas, la violencia en los estadios por ejemplo, puede ser desarticulada, la policía además es la llamada a salvaguardar la seguridad ciudadana, no solo en las marchas, donde obviamente es necesario revisar su participación, sino también frente a múltiples fenómenos y delitos que atentan contra nuestra seguridad, como tratas de personas, redes de pedofilia, secuestro, extorsión y homicidio, propuestas que propenden por desarticular a la institución que está llamada a velar por nuestra seguridad solo pueden ser calificadas como muy ingenuas o supremamente mal intencionadas, en ambos casos, quienes emiten este tipo de propuestas, claramente no se encuentran facultados para gobernar, carecen o del conocimiento necesario del estado como para comprender lo que semejante postura implica o de la humanidad necesaria como para preocuparse por las consecuencias de estos episodios de violencia y vandalismo.
Si la protesta no se traduce en un discurso articulado y en demandas lógicas, no trascenderá jamás de la destrucción y el caos, bienvenida la protesta, por supuesto que debemos proteger este derecho como un pilar fundamental de la democracia, pero no es destruyendo los negocios de pequeños emprendedores, ni incendiando la infraestructura pública destinada a nuestro bienestar que lograremos construir una mejor sociedad, por supuesto que el dialogo respetuoso desde la diferencia fortalece nuestra democracia, pero no es mediante el insulto, la amenaza y el amedrentamiento que lograremos llegar a puntos comunes que nos ayuden a construir un mejor país, frente al caso de la policía, también es buen momento para reflexionar como debemos ser más juiciosos en la veeduría y control ciudadano, orientado a vigilar a nuestras instituciones, llamadas a cuidarnos y velar por nuestros derechos y que mediante el ejercicio juicioso de nuestros deberes ciudadanos, se verá fortalecida, lo que claramente es necesario en nuestro país y beneficioso para la sociedad.
Por supuesto que a todos nos indignan los abusos y sobra decir lo mucho que duele que un miembro de nuestra sociedad muera a manos de la policía, duele también que el trabajo que tanto le ha costado a tantos buenos agentes de policía y militares, el dar un buen nombre a la institución, el arriesgar su propia vida e integridad física por nuestra seguridad, el ofrendar tanto a nuestro país, se vea opacado por el actuar torpe y malintencionado de unos cuantos miembros de nuestras fuerzas de policía y militares que enlodan no solo nuestra prolongada lucha contra aquellas fuerzas que atentan contra nuestra democracia, sino también la entrega de muchos y muchas personas dedicadas a construir país.
NO dejemos que los llamados a la violencia Insulza y a la destrucción sin sentido nos nublen el juicio, no permitamos que la rabia nos lleve a destruir lo que tanto nos ha costado construir como país.